viernes, 29 de julio de 2011

trabajo de español

LO FEO DE LOS PAISAS
Clarita Gómez de Melo


Copyright © 2001
Editorial Mar de la Tranquilidad S.A.
Apartado Aéreo A1169, Lorenzópolis, Colombia.
© Clarita Gómez de Melo
ISBN: 958-09-3455-5


Aunque muchos lo sepan y otros lo puedan adivinar, tengo que
comenzar diciendo que soy paisa. Claro que vivo en Bogotá, pero es
que nadie es perfecto...!Soy psicoanalista y ese era antes un trabajo
muy difícil en Medellín, pues aquí gustaba mucho más la confesión, sobre
todo porque es gratis, y enciman el cielo. Y aquí corren para donde haya
rebajas y den ñapas. Las señoras antioqueñas nunca se sienten tan
realizadas como en una "realización" y le piden rebaja a un termómetro.

Tengo que hablar, porque eso me pidieron, de lo feo del paisa. Quizás esto
habría quedado mucho mejor en boca de Tola y Maruja, que no son muy
típicos. Porque si hay algo que sea casi siempre feo es el humor paisa, y los
humoristas de emisoras y de televisión han sido casi siempre de esconder,
una vergüenza. Y Tola y Maruja, como Carlos Mario Aguirre, son tan
buenos, tan agudos, tan ingeniosos, que no parecen paisas, aunque se
apoyen en todo lo de aquí.

Ya que me fui por este camino, sigamos con el humor. Los antioqueños nos
reímos fácilmente, y tal vez por eso ha sido poco el esfuerzo en este campo.
Los chistes antioqueños se distinguen sobre todo porque son burdos,
simples, sin ingenio. Como en todo, hay excepciones, pero la mayoría de los
chistes buscan la risa con la simple vulgaridad, la palabra fea, la ordinariez.
Esto es cuento viejo: algunos de los chistes más viejos de la región son lo de
Cosiaca. Son los chistes con los que se ríen los niños de ocho o nueve años
en todo el mundo, pero los antioqueños quedamos aficionados a ellos para
toda la vida.

Fuera del chiste burdo, el humor antioqueño se distingue por cierta
vitalidad de las locuciones, frases hechas y refranes. No se espera de un
paisa que haga un buen chiste en la conversación, que sea realmente
ingenioso. En los estereotipos regionales y nacionales, el ingenio es
obligatorio en la conversación inglesa y en la bogotana, aunque hay que
decir que es una obligación que ya no se obedece mucho, al menos en la
capital. Lo que se espera del paisa es más bien que pueda repetir con cierta
oportunidad los chistes y refranes que ha oído y sobre todo las
exageraciones. El paisa chistoso es el que repite y se sabe muchos de estos
dichos. Los refranes pertenecen a una tradición popular antigua: fueron
traídos de España en su mayoría, a veces adaptados localmente, y algunos,
posiblemente muy poquitos, han surgido aquí. El único refrán que es con
seguridad invento local es "antioqueño no se vara".

Lo que si se está inventando son exageraciones y comparaciones. Algunas
son más o menos viejas e ingeniosas y se han vuelto lugares comunes: más fácil hacerle un nudo a un banano, trabaja más un gorgojo en una lápida,
más amarrado que casa de bahareque. No son frecuentes en autores como
Carrasquilla o Efe Gómez, lo que hace pensar que se pusieron de moda a
mediados del siglo XX. Pero parece haber un empeño casi industrial de
inventar más y más exageraciones y comparaciones, que producen cosas
cada vez más simples, puras aplicaciones de una formula, que además se
practica en toda América Latina: los argentinos, que tratan injustamente de
quitarle a Antioquia la gloria de ser la tierra del tango, también compiten
produciendo exageraciones por encargo. Cito algunos del Testamento del
Paisa, que son pura reiteración: más peinado que Mandrake, tiene más
dientes una tajada de papaya, tiene más dientes un pajarito. Pero de todas
maneras, así no sea tan exclusiva como creemos, la exageración parece
responder bien a los gustos de muchos antioqueños.

Uno de los rasgos más feos del rostro de los paisas es el racismo. Un
racismo suave y un poco vergonzante, pero ahí está. Las abuelas y las
mamás, si su hija es más o menos blanquita, siempre preguntan por el color
del novio. Los refranes son claros: "Negro con saco, se pierde el negro y se
pierde el saco", "Negro que no la hace a la entrada la hace a la salida". En
Carrasquilla están estos refranes, lo que muestra que son bien viejos: "los
negros a la cocina y los blancos a la tarima", "negro no la hace limpia". La
copla popular, que en general reitera el desprecio a los negros, alcanza por
excepción a musitar alguna respuesta: "Si vieres comer a un blanco/de
algún negro en compañía/ o el blanco le debe al negro/ o es del negro la
comida". Aunque aquí había muchos negros y pocos indios, lo que hizo que
los insultos, a diferencia de Bogotá, sean con negro y no con indio, los
indios no se escaparon de los proverbios racistas paisas, y al menos dos o
tres han sido comunes, aunque han perdido su connotación peyorativa:
"indio comido, indio ido", "que porque el indio es pobre la maleta es de
hojas.”

Este racismo es el más elaborado de Colombia. Aquí se habla, desde hace
mucho tiempo, me imagino que desde Gutiérrez González por lo menos, de
la "raza antioqueña". Nadie habla de la raza bogotana o la raza caleña o la
raza santandereana o la raza colombiana, pues eso no existe, como no
existe raza antioqueña. Sabemos que somos hijos del mestizaje, en diversas
dosis, y que son tan antioqueños los monos de Marinilla como los negros de
Remedios o Belmira (con su color azulado y sus ruanas, pues son negros de
tierra fría) o los mestizos más o menos aindiados de Frontino o Urrao. Pero
el mito de la raza antioqueña pretende que el valor de lo antioqueño, sus
cualidades, su antioqueñidad, provienen de que somos todos como los ricos
de Rionegro o Medellín, que eran un poco más blancos que los demás, y
que vienen de la sangre. No estamos muy seguros de que sangre, pues unos
dicen que somos vascos, otros que somos judíos, y los historiadores a los
que pregunto me sostienen que el mestizaje antioqueño no es muy distinto
del de muchas partes de Colombia o la América Española, que mezclaron
andaluces y castellanos primero y luego se llenaron de vascos, a fines de la
colonia. Aquí hay quienes se imaginan que los vascos escogieron a
Antioquia sobre el resto de América, pero no es sino ver los directorios
telefónicos de Santiago de Chile o Méjico para ver que tienen tantos vascos
como nosotros, o hasta más.

A la idea de raza le han inventado, desde hace unos años, el cuento de la
"antioqueñidad", que es un esfuerzo de crear un estereotipo de las
costumbres locales. Y la antioqueñidad es una aplanadora, una avalancha
de lugares comunes que van convirtiendo al paisa en una caricatura. Esa
antioqueñidad, que es parte de lo feo de Antioquia, está hecha de lo
pintoresco, de un folclor más o menos convencional, de la exaltación del
carriel, de la música más pobre de la tradición popular, de la comida típica,
del aguardiente (para mejorar las rentas de la Empresa de Licores, que
ayudan a los políticos que promueven la antioqueñidad). La antioqueñidad
trata de convencernos de que somos muy especiales, muy originales en
costumbres y hábitos, que como en toda sociedad, son generalmente
importados o comunes a muchos otros. Para dar unos ejemplos, el carriel,
que acabo de mencionar, fue probablemente una bolsita de los mineros
ingleses inglés (carry all). La bandeja paisa o plato montañero, que se llama
así hace poco (en el testamento del paisa, que es de 1961, lo llaman dizque
"almuerzo de maromero"), la encuentro descrita así: "el plato nacional está
compuesto por arroz, carne desmechada y caraota". Se llama pabellón y si
se le pone un plátano maduro frito al lado se llama "pabellón con baranda".
Pero los venezolanos no pueden estar tan tranquilos con su comida
nacional, pues leo de un plato compuesto de carne o pollo en salsa,
acompañado de arroz, frijoles, plátano maduro, ensalada, que se acompaña
en ocasiones con un huevo o con aguacate, según la época de mayor
abundancia de este último producto: es el plato nacional de Costa Rica, que
se llama "casado". El "oloroso tamal" de Juan José Botero es plato nacional
en Venezuela, México y Costa Rica, que yo sepa, y el Nuevo Herald de
Miami dice que los venezolanos, inventores de la arepa, están muy
preocupados por la competencia que les está haciendo en Miami la Quaker
Oats.

Esta antioqueñidad tiene muy poco que ver con la cultura antioqueña real.
Los escritores les gustan muertos y canonizados pero no leídos. Como
Carrasquilla, Efe Gómez o León de Greiff fueron tan críticos de esa
Antioquia de carnaval, los ponen en los altares pero no los leen. Y no les
mencionemos a Fernando Vallejo... Mientras más antioqueñidad se
promueve, menos se apoyan actividades culturales reales, como las de la
Biblioteca Piloto o los Museos. A los conciertos que antes traía la Sociedad
de Amigos del Arte los paisas prefieren hoy "El camino de la vida", que los
hace llorar a moco tendido.

Porque lo que se está exaltando es una cosa muy rara. Antes de los narcos,
aquí había una cultura más o menos austera, en la que la ostentación y el
derroche eran mal vistos, que trataba de mirar al mundo exterior, de
aprender de los demás. Los narcos nos enseñaron las virtudes del derroche,
de la parranda escandalosa, de la ostentación de generosidad para invitar a
beber. Hoy ya no son tan importantes, pero nos dejaron una herencia
fuerte: lo que importa hoy en Antioquia es la rumba y para las autoridades
es más importante la fiesta y la feria que parar la violencia o mejorar la
educación. Aquí hay una bomba y mueren muchos, y la televisión se llena
de invitaciones a venir a tomar más aguardiente a mitad de precio el día
siguiente: ya ni siquiera le hacemos el duelo a los muertos.

Y por otra parte, me parece que cada vez más la tentación de los paisas es
mirarse el ombligo. En esto, creo, hay un problema de inseguridad. Toda
ciudad, toda región, todo país, tiene cosas buenas y malas. Hay rasgos
antioqueños, desde el siglo XIX, que pueden ser feos. La gana de plata era
para muchos excesiva, aunque para otros era una forma de la virtud del
trabajo y del deseo de progresar, fuera de algo democrático: una sociedad
sin aristocracia donde la plata igualaba. Un viajero francés, Saffray, escribió
hace casi 150 años "El dinero es lo único que da a cada cual su valor. El
muletero enriquecido llega a ser don Fulano de Tal; y si pierde su fortuna
no ha de imponerse privaciones para conservar su rango adquirido por
casualidad: vuelve a vestir su antiguo traje.... El único término de
comparación es el dinero: un hombre se enriquece por la usura, los fraudes
comerciales, la fabricación de moneda falsa u otros medios por el estilo, y se
dice de él ¡es muy ingenioso!"(94) Hace diez años en todas partes decían
que un refrán local era "haga plata mijo. Si puede, honradamente. Pero si
no, haga plata, mijo..." Yo nunca lo había oído y puede que se haya
inventado hace poco, pero no dudo que hacer plata si era una obsesión
local, y que muchas cosas buenas se sacrificaron por la plata. Medellín, que
tiene pedazos tan bonitos, pero tanta zona feísima, es una ciudad pobre en
espacios públicos, con muy pocos parques: el gran parque que podía
haberse hecho a los dos lados del río terminó pavimentado y los cerros se
seguirán llenando de gente. Aquí todo se tumbó para hacer lo nuevo
encima: no nos quedó ciudad colonial, no nos quedó ciudad del siglo XIX.

Lo más viejo es ya Prado, que no creo que aguante mucho. Tumbaron el
Teatro Municipal, el Junín. Los antioqueños somos los únicos que
pavimentamos el río que cruzaba la ciudad vieja, la quebrada Santa Elena,
pero seguimos llamando al cemento "La Playa". Un francés que tenía unas
amigas que vivían en la Playa con el Palo vino una vez a visitarlas, y trajo su
vestido de baño... Y por la plata (no si se para hacerla o robarla) se hizo el
adefesio del Metro por el Parque de Berrío, que convirtió a la gobernación
en un orinal y a la Candelaria en una iglesita de pesebre, pues el altar es la
estación. Ni en los Estados Unidos, adoradores del becerro de oro, son
capaces de poner una estación de metro frente al Capitolio... Aquí se adora
también el becerro de oro, y además lo ordeñan pa vender la leche!

Una de las cosas más feas de hace años fue el "hacha que mis mayores...", la
cual, según Efe Gómez, era lo más destructivo: "El hacha del antioqueño y
el caballo de Atila serán en adelante en la historia los símbolos definitivos
de la desolación; con la sola diferencia de que Atila asolaba para saquear y
los antioqueños para sembrar maíz. Y saquear a continuado siendo un
magnífico negocio, en tanto que sembrar maíz no ha dado nunca los gastos.
" Ahora se habla más de medio ambiente, pero cada que uno recorre las
carreteras que pasaban hace veinte años por entre selvas ve que la cosa
sigue progresando, aunque ya no es el hacha la que trabaja sino la sierra
eléctrica, que además sirve para otras cosas.

Arriba mencioné que hay un problema de inseguridad. Lo veo en que,
frente a las cosas feas, la reacción antioqueña es asumirlas como si fueran
una maravilla. Le cantamos al hacha con entusiasmo, cada que entonamos,
con un entusiasmo que yo comparto, el himno antioqueño. Creemos que
Medellín, después de ese machetazo a la Avenida Oriental, después del
metro por el Centro, es la ciudad más hermosa del planeta. Antes creíamos
que tenía la catedral más grande del mundo, "de ladrillo cocido". Tenemos
que exagerar para sentirnos tranquilos. Nos sentimos muy chiquiticos si no
repetimos una y otra vez que somos los mejores, los más bonitos, los más
verracos, los más ingeniosos del mundo, los más madrugadores, los más
trabajadores, los del ritmo paisa -que solo sirve para levantarse temprano,
porque para bailar no es muy presentable: los antioqueños hemos sido,
aunque cada vez menos, muy reprimidos a nivel pélvico. No es sino ver
alguna de las páginas de presentación de Medellín en Internet, o los folletos
turísticos, para ver la capacidad que tenemos de decirnos mentiras para
autoelogiarnos. Aquí las cosas ya no soy muy buenas o bonitas, sino
"demasiado buenas" o "demasiado bonitas": en la gobernación hay un
ascensor, el que lleva a la oficina del gobernador, que tiene un letrero que le
advierte a uno: "Este ascensor es demasiado seguro" Y la exageración tiene
por allá cierto dejo trágico: la forma mayor de exagerar es decir que algo es
horrible: "horrible de bueno". Aquí si quieren elogiar al doctor Nicanor,
seguro que dicen que "tiene una cultura general horrible". Pero he oído
decir que aquí tienen hasta un edificio que es "horrible de inteligente".

No quiero ejercer de psicoanalista, pero una cosa que lo golpea a uno
mucho en Antioquia es la dificultad de los hombres para bajarse de la falda
de la mama. Aunque me imagino que en eso hay mucho de mito y de
exageración de periodistas, algo había en el cuento de que muchos de los
asesinatos de los adolescentes eran para llevarle la nevera a la cucha. Que
pa que querían nevera: ¡que más nevera que esos maridos que nunca
llegaban!En Medellín a ningún hombre le saben nunca tan bueno los
frisoles o la arepa de la señora como los de la mamá. Como las mamas
judías, cuando una de aquí regala dos corbatas y el muchacho se pone una,
le pregunta si fue que la otra no le gustó: son expertas en crearle culpa a sus
crías, que siguen pegadas a la teta. Claro que otro cambio que de pronto lo
debemos a ese cataclismo cultural que pasó aquí con la plata de la droga, es
que ya no nos gusta la belleza natural de las mujeres, sino la de silicona. Y
quien sabe como será el Edipo de estos muchachos de ahora, a los que la
leche les debe saber a plástico. Porque lo que es claro es que Medellín se
está volviendo la capital del mundo de la silicona. Y eso a mi no me parece
bonito.

El poder de la mamá puede tener alguna relación con la fuerza que tuvo la
iglesia, y que fue bastante maluca: en Antioquia estaba prohibido bailar,
ponerse sweter, leer el Espectador y el Tiempo, ser liberal, separarse. A
quienes se salían un poco de las reglas de Monseñor Salazar y Herrera,
Monseñor Caycedo o Monseñor Builes, lo "pulpitiaban", y si una mujer se
separaba y trataba de seguir su vida la declaraban "mujer infame". Esto
debe haber dejado sus marcas. Y fue tanta la represión que el desquite fue
completo: la sexualidad se soltó del todo, y en algún momento el demonio,
que antes se quedaba en Puerto Berrío, se apoderó de los paisas. La gente
dejó de hacer caso a la religión y a algunos de los mandamientos, y las
acciones de la Iglesia se desvalorizaron. Fue tanta la crisis, o el influjo de
Satanás, o el peso de esa tradición tan propia del gusto por la plata, que la
Arquidiócesis tuvo que convertir el Seminario en un Centro Comercial.

De manera que a los paisas los cuidaban la iglesia, la mamá y El
Colombiano, que hace años salía lleno de fotos de curas y de mamás. De
esta santísima trinidad tal vez lo que sigue más sólido es El Colombiano,
porque lo que es a la iglesia y a las mamás ya hay muchos que no le comen
cuento.

Tampoco me parecen bonitos algunos hábitos más bobos de los
antioqueños: a veces me asusta ese acento voluntariamente exagerado, esa
gana de mostrar que somos ordinarios, y en algunos jóvenes, ese cantadito
de mamá que tienen. Y los nombres compuestos que les gustan a los papás
paisas: que dizque Clara Victoria y Jorge Orlando!Y eso que no nos tocó la
hora de la verdadera antioqueñidad, la de los John, los William , los
Morgan Echavarría y los Orson Vélez.

Quizás lo más feo del paisa es que queremos ser una tribu. En cualquier
ciudad, en cualquier región, hay gente de todas clases. Hay gente buena y
hay pícaros; hay gente simpática y antipática; hay personas generosas y
amarradas. Pero aquí exigimos que nos juzguen en bloque, que hablen de
"los paisas" o de "los antioqueños". Y por supuesto, reivindicamos como
antioqueño solo la parte buena de la tribu: son antioqueños los deportistas
que ganan, los políticos que triunfan, los empresarios exitosos, pero no
parecen antioqueños los desempleados, ni los pobres, ni los empleados
corruptos, ni los delincuentes, ni las putas que tanto le gustan a muchos
antioqueños Y después de enumerar el lado bueno, tratamos de inflar pecho
con lo que algunos pocos paisas hacen. Tratamos de vivir de la gloria de
Fernando Botero o sentimos que Juanes debe sus éxitos a algo que también
hice yo. Y lo que nos emociona es que les paren bolas en Miami o Nueva
York, que se volvieron nuestra piedra de toque. En realidad, hay sólo dos
paisas que aparecen con frecuencia en los periódicos de Paris o Nueva York:
Fernando Botero y Fernando Vallejo. A los que nos dan la oportunidad de
lucirnos les perdonamos que se hayan ido, aunque con esfuerzo. A Botero,
que además dio ejemplo de generosidad a un pueblo más bien amarrado, ya
lo perdonamos; a Vallejo, como no hace sino hablar de lo malo y de lo feo
de Medellín, nos va a costar más trabajo... Tal vez si se ganara el premio
Nobel...

Estos triunfos y orgullos vicarios tienen un problema: la misma tribu, o
raza como creen algunos, también ha hecho aportes tan importantes a la
vida nacional y a la cultura mundial como Pablo Escobar, Carlos Castaño o
Pedro Antonio Marín, un paisa que se cambió el nombre por el de otro
paisa, el concejal de Medellín Manuel Marulanda Vélez. Somos muy
ingeniosos e inventamos, antes de los Talibanes, volar un avión lleno de
pasajeros inocentes, hemos llevado las masacres a un nivel de desarrollo
incomparable, con mucho espíritu de industria y organización. Según esas
páginas llenas de dulce melosería y de virtudes infinitas que describen a los
paisas en Internet, los antioqueños reciben con los brazos abiertos a todos
los extranjeros. ¡Claro!..., pero que cuiden la billetera, porque en esto
somos como toda la gente del Tercer Mundo, solo que un poco más
eficientes para el chalequeo. Somos muy trabajadores, pero como lo ha
escrito Fernando Vallejo la más trabajadora ha sido, y en esto si nos
destacamos en el mundo, la muerte: los antioqueños hemos mandado para
el otro lado a casi 100000 personas en veinte años, más gente que los de la
guerra de los Balcanes. Esa si es gracia!

El auge del narcotráfico, que para ser tan grande tuvo que usar muchas de
las virtudes de los paisas; la inmensa violencia que nos ha convertido en la
tribu que más homicidios ha hecho en su propia gente en este siglo (en
África o los Balcanes los muertos son casi siempre de otra tribu) nos han
avergonzado callada e íntimamente, y por eso ahora nos la pasamos
hablando de cómo somos de buenos, de inteligentes, de recursivos y de
pacíficos. "Chicaniando", pero siempre mostrando solo la mitad de la
moneda. Nos volvimos mentirosos, para engañar a todo el que viene a
Medellín, pero nos acabamos creyendo la mentira. Y por eso, no somos
capaces de arreglar muchos de los problemas que tenemos. ¿Cómo mejorar
la educación, si estamos convencidos de que aquí es una maravilla? ¿Cómo
resolver el problema de la violencia, si creemos que ese es un problema
igual en todas partes y que Medellín tiene problemas, pero es lo mismo que
en Nueva York o Bogotá, donde también lo matan a uno?. Pero no
queremos ver que en Medellín mueren 3000 personas al año, cuando en
Bogotá, que tiene tres veces más habitantes, ya han logrado bajar la
violencia a menos de 2000 por año. Pero para eso hay que reconocer que
hay un problema. ¿Cómo desarrollar una buena política cultural, si creemos
que Medellín es la capital cultural de América, cuando lo que tiene de
verdad para mostrar es este Museo, que habría podido ser muchísimo más
importante, habría podido estar a la altura de los dos o tres mejores de
América Latina, si nuestros alcaldes y gobernadores hubieran pensado que
valía la pena meterse la mano al dril para sacarlo del abandono en que lo
tuvieron hasta que Botero anunció que la parte más importante de su
colección la iba a regalar a Bogotá?. Pero es que cuando uno empieza, lleno
de inseguridad, a juzgarse en todos los momentos, a ver cómo nos atisban,
a vivir de cuenta de cómo nos valoran los extranjeros, y en especial los
gringos, va perdiendo autenticidad, la vieja autenticidad que estaba en las
virtudes locales y de la que habló Cayetano Betancur, y acaba movido solo
por la envidia, irritado por las críticas, pensando que todo el que se va se
vuelve un traidor, que si un paisa critica algo es por razones personales,
porque le pasó algo...

Claro que yo también estoy mirando solo la mitad del problema. Pero fue
que me pidieron hablar de lo feo, inevitablemente ligado a lo malo: ya
Platón identificaba lo feo con lo malo. Habría podido hablar de lo bueno,
porque hay muchas cosas buenas entre mis coterráneos, pero esa suerte la
tuvo Nicanor. Pero lo más malo de todo es que no hemos aprendido a
entendernos en toda nuestra realidad, que queremos engañarnos viendo
solo la mitad de lo que somos y negando el resto. Ese es el espíritu de la
llamada antioqueñidad: mentirnos sobre nosotros mismos, reconocer solo
lo bueno, y llenarnos de una mitología pintoresca y complaciente. Tenemos
que demostrar que somos grandes. Por eso, quiero terminar con un cuento
sobre como el conejo se volvió grande, un cuento del folclor antioqueño:

"¿Ustedes no saben, mis hijos, porque el conejo tiene las orejas tan
grandes? Porque...antes, las tenía chiquitas, chiquitas... Bueno!Les voy a
contar. Resulta que un día el conejo resolvió ir al cielo a pedile a mi Dios
que lo hiciera más grande, pues decía que estaba cansao de que todos los
animales le pegaran. Arregló un hatillo con sus corotos pal viaje y echo
monte arriba, hasta que llegó a un palacio muy hermoso, todo di'oro y de
vidrios de colores y adornao con diamantes y piedras preciosas.

Este tiene que ser el cielo, se dijo el conejo y llamó a la puerta. Al rato salió
San Pedro a abrir. ¿Que se te ofrece, conejo?, le pregunto. Vengo a hablar
con Dios. Eh, vos no podés entrar aquí, dijo San Pedro como muy ofuscado
y fue a cerrar la puerta. ¡Ay, San Pedrito!, suplicó el conejo. Yo tengo que
hablar con Dios un asunto muy importante. ¿Qué tenés que hablar con él?
Preguntó San Pedro. Vengo a pedir que mi haga más grande, porque como
soy tan chiquito, todos los animales me pegan. San Pedro se rascó la calva y
arrugó la frente, como sin saber que hacer. Ay San Pedro, déjeme entrar!Ay
San Pedrito, no mi haga perder el viaje que vengo desde muy lejos...¡Entrá
pues hombre!Dijo San Pedro al tiempo que abría la puerta. Vélo, vélo, allí
está sentado en el trono.

Entró el Conejo a un salón grandísimo y subió las escaleras de nubes hasta
el trono del Señor. ¿A qué venís por aquí, hombre conejo?, preguntó Mi
Dios. Ay, mi Dios, respondió el conejo, vengo a pedirle que me haga más
grande; como soy tan chiquito, todos los animales me pueden y yo no tengo
armas pa defendeme como tienen todos los animales. Fíjese señor que yo
no tengo ni cachos, ni colmillos, ni veneno, ni espinas, ni garras, ni nada, y
por eso todos los animales abusan de mí. Ajá, dijo Dios y se quedó mirando
al conejo como con cierta risita. Conque querés que ti haga más grande!
Bueno. Me parece muy bien. Yo si ti hago más grande, si me traes las
lágrimas del tigre, los dientes del caimán, la culebra y las abejas...Esto que
oyó el conejo y sin esperar más salió brincando de alegría.

Cuando llegó a la casa arreglo cuatro calabacitos y se los amarró a la cintura
con una cabuyita y echó a andar... Lo único que le preocupaba por el
momento era conseguir el primer encargo: las lágrimas del tigre. Después
ya se vería... Salió pal monte y se metió en la espesura. Despues de mucho
andar y de pasar ríos y cañadas, llegó a un punto por onde pasaba el tigre
todos los días y se sentó a esperar. Así que vio que el tigre ya venía se puso a
llorar a todo grito como muy afligido. ¿Que le pasa tío conejo, porque llora
tan triste?, dijo el tigre, arrimándose despaciecito. Pero cómo, tío tigre,
¿usté no sabe la desgracia?. ¡No!, cual desgracia. ¿Como que cual
desgracia? , pues la muerte de tía tigra. Imposible, no me diga, si ayer no
más la vi. Pues ya lo ve, tío tigre, así es la vida; anoche murió en una
cañada. Fue tanta la pena del tigre que se sentó junto al conejo y se puso a
llorar con él. Esto esperaba el conejo y ai mismo sacó un calabacito y se
puso a aparar los lagrimones. A lo que el calabazo estuvo lleno lo tapó bien
y echo a correr gritando. Mentiras tío tigre, mentiras tío tigre. ¡Yo era a ver
si Usté si la quería...!El tigre muy bravo salió detrás a alcanzar al conejo
pero este ya le había cogido la delantera y se le voló.

Llegó el conejo a un río muy grande onde vivía el caimán y fue y se sentó a
la orilla y se puso a tocar su tiple y a cantar muy alegre. A poco rato, atraído
por la música, salió el caimán y se puso a oír. ¿Que canta tío conejo? ,
pregunto el caimán. Unas trovas que aprendí. Écheselas a ver. El conejo
comenzó a trovar y el caimán a reise. De golpe el conejo, que estaba listo,
agarro una piedra y le tiró una pedrada a los dientes del caimán, que
rodaron por el suelo. El conejo, en un volar, los recogió y los echó en un
calabacito y salió despedido por un cañaveral por donde no se podía meter
el caimán.

Cuando estuvo muy lejos se sentó en un tronco viejo y se dijo. Que es lo que
falta? Ah, sí, la culebra. En seguida salió por unos pedregales onde vivía la
culebra, echando mano al tiplecito. Así que la vio venir se puso a cantar
muy serio: "Dicen que mi tía no cabe. Mi tía si cabe, si. La tengo en el
calabazo, que ayer tarde la cogí". ¿Que es lo que canta, tío conejo?,
preguntó la culebra acercándose. Nada tía culebra, que todos dicen que usté
no cabe en el calabazo y yo digo que apuesto a que si cabe... Ah, tío conejo,
eso es muy fácil. Si Usté quiere yo me mido a ver... Pues... , bueno, tía
culebra, mídase pues. El conejo puso el calabacito en el suelo y la culebra se
fue metiendo con mañita. Así que metió la cola, el conejo tapó bien, se
amarró el calabacito a la cintura y salió cantando muy tranquilo.

Qué es lo que falta? Ah, sí, las abejas. Bueno, esto si es muy fácil. Untó de
miel el último calabacito que le quedaba y se fue y lo puso junto a la
colmena. Las abejas fueron llegando poco a poco y el conejo las miraba
escondido entre unas matas. Apenas el calabazo estuvo lleno salió y lo tapó
bien tapao, se lo amarró a la cintura, echó a correr pa que no lo picaran las
otras abejas.

Con los cuatro encargos listos no había más que esperar. Arregló viaje pal
cielo y echó a andar monte arriba, monte arriba, hasta que llegó al palacio
di oro con vidrios de colores y adornao con piedras preciosas. ¿A que volvés
por aquí hombre conejo?, le preguntó San Pedro al verlo llegar. Ay, San
Pedro, yo vengo a ver a mi Dios. Deja la molestadera hombre, que el se
mantiene muy ocupado. No, si es que vengo a traerle unos encarguitos que
él me hizo. Si es así, entra pues.., vélo, allí está en el trono. Subió el conejo
las escaleras de nubes y presentó al señor los cuatro calabazos diciendo:
aquí le traigo, mi Dios, las lágrimas del tigre, los dientes del caimán, la
culebra y las abejas. A ver si me hace más grande, pues...

Mi Dios fue destapando los calabazos uno por uno y vio que el conejo había
cumplido todo muy bien. No, hombre. Si siendo tan chiquito sos tan
fregado, ...!que tal si ti hago más grande!Ay, mi Dios, exclamó el conejo,
pero usté prometió que si le traía los encargos me hacía más grande; usté
prometió...!Mi Dios se rió de ver la cara que ponía el conejo y, llamándolo
con la mano, le dijo: Vení pues yo te hago más grande..., acercate. Y así que
el conejo se arrimó, mi Dios lo cogió de las orejas y tiró pa arriba y las
orejas se estiraron. Bueno, ya estás más grande, dijo mi Dios, andate pues.

El conejo se puso muy contento y salió dando brincos de alegría. Cuando
bajaba las escaleras de nubes, se miraba en la sombra y decía pa sus
adentros: Uy!, como estoy de grande!, Como estoy de grande!. Por eso es
que el conejo tiene las orejas tan grandes...”

Tal vez por estar en esas breñas estériles y en estas montañas tan
exageradas, el paisa se sentía muy chiquito. Tuvo que volverse hábil,
fregado, mentiroso, recursivo y empezó a irle bien, a sacarle ventajas al
tigre y a las culebras de todas clases. Pero apenas empezaron a ponerle
problemas, a pedirle pasaporte, a hablar mal de Medellín, decidió que tenía
que volverse grande. Y se le crecieron las orejas…

miércoles, 1 de junio de 2011

PEDRO BAMBUCO.




Nació el 2 de noviembre de 1930 en el municipio de La Ceja, un municipio con tradición triplera, sus gentes aman el bambuco, es una música muy de la región.
El talento musical nativo es envidiable, es silvestre; de muchos lugares salen personas bambuqueras que tocan en sus guitarras hermosas canciones de sentimiento pueblero.
Pedro Bambuco era el triplero Cejeño, compositor y cantante de bambucos, verraco para trabajar, cantinero, negociante y triplero.
Murió el 25 de Diciembre de 1994, una perdida muy grande para el municipio de La Ceja.
Vale la pena destacar estos talentos que brota la naturaleza espontáneamente. Ellos son la vida folclórica de los pueblos, y por eso merecen que se les estimule siempre.

EL TURISMO EN LA CEJA ANTIOQUIA.

El turismo en nuestro municipio es más que todo para aquel que busca una opción diferente al tipo tropical y bullanguero que siempre nos ofrecen en nuestros planes de turismo.
 Esta localizado en la subregión oriente del departamento de Antioquia, limita al norte con los municipios de rionegro y el Carmen de Vivoral, municipios cercanos que puedes visitar mientras estés en este bello paraíso; también se encuentra cerca de la ciudad de Medellín a tan solo 41 km para aquellos que quieran dejar la ciudad y buscar un ambiente mas calmado para descansar y desestresarse.Descripción: http://t3.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSbbx9gzPQjGvOj1etvlWytp1BftqRWBgWeDTvHQPlfcn7lO2H7rw
Un tierra fría propia de monasterios y contemplaciones esta hecha para un tipo particular del descanso propio para hacer caminatas, ver ahuyentar el sol, vivir hermoso recogimiento de una tarde, es ideal para a quien le gusta la pesca, es  perfecto para una conversación bajo el calor de una chimenea. Los paisajes, la cocina con los sabores del maíz, y especialmente la acomedida atención de los lugareños es el capital fundamental con que cuenta la ceja, como su potencial turístico también es perfecto para un plan romántico o simplemente para conocer.
Para el turismo encontramos diferentes hospedajes  para todo tipo de gustos ¨según encontramos en las PAGINAS AMARILLAS  : la casa de convenciones colombierre, la hacienda finca hotel, hotel la ceja, hotel la hacienda, hotel los ponchos, hotel primavera, hotel prosocial y el hotel Turín¨. No es un municipio grande, pero es agradable y bello.
También se puede disfrutar de unos hermosos lugares naturales, es el lugar perfecto para un plan de recogimiento familiar.












EL CAPIRO

“Luna de hortensia amanece el Capiro esplendeante”. Marga López.
Así como escribió marga López sobre el imponente silencio del Capiro que cuida y/o vigila el valle de San Nicolás, siempre sigiloso con la mira puesta en la quebrada geografía de la ceja observa de frente y con recelo a su vecino el corcovado que de tanto celar su valle de la ceja del tambo quedo encorvado.Su altura de 2600 metros sobre el nivel del mar ondea en su lecho aromatizados eucaliptos, cipreses y un montón de árboles nativos.
Desde diferentes puntos de su cima se observa la majestuosa obra, orgullo de los paisas el aeropuerto José María Córdoba.  Y es aquí donde vuelve y repite la poeta:
“en el aeropuerto
Un león pasa en un cartel de anuncios.
Dos niños le dicen a Dios”.

LA HACIENDA EL PUESTO

Posee un significativo valor histórico y arquitectónico. En su casa principal nació y vivió el gran poeta de la montaña y cantor del maíz, Gregorio Gutiérrez González. Se encuentra ubicada a 1 km del parque principal de La Ceja, exactamente en el sector suroccidental.
 Esta hacienda ha tenido varios propietarios entre ellos el Señor Andrés Estrada que la utilizó como finca de recreo, para la crianza de ganado y el desarrollo agrícola en los cultivos de papa, arracacha, frijol y maíz hace aproximadamente 35 años; el Señor Estrada es también era propietario de la cadena de almacenes “jóvenes” situados en Medellín y otro en el parque principal de La Ceja, situado en la entrada de el pasaje el maizal.
Otro de los propietarios fue la familia Ochoa, los famosos narcotraficantes.

DEPORTES

JUAN CARLOS CARDONA RIOS, UN CEJEÑO QUE SE CODEA CON LO MEJOR DEL ATLETISMO MUNDIAL
Un atleta que con sacrificio y mucha disciplina da ejemplo y enorgullece a todo un pueblo. El consejo Municipal de La Ceja le acaba de dar a El Tambo de Oro, el mas grande reconocimiento a un ciudadano que sobresale.
María Alejandra Vásquez: ¿Quién es Juan Carlos Cardona?
JUAN CARLOS CARDONA: Soy una persona de origen humilde que siempre tuvo la inquietud por el deporte y desde pequeño mis héroes fueron Lucho Herrera y Fabio Parra  y cuando mi papá no me dejaba ver las carreras por estar trabajando, por lo menos las escuchaba en el radio. En ese entonces quise ser ciclista.
M.A.V: ¿Cómo llega al  atletismo?
J.C.C: Pues, yo no tenia forma de conseguir una bicicleta buena o zapatillas costosas para practicar y entonces busqué otra alternativa y di con el atletismo que necesitaba únicamente de mi cuerpo y unos tenis buenos, aunque no los tenia no fue impedimento porque me los prestaban para las competencias.
M.A.V: ¿Qué edad tiene y dónde nació?
J.C.C: Bueno, tengo 36 años y naci en la vereda La Playa de La Ceja, cuando tenia 9 años nos vinimos  a vivir al pueblo porque mi mamá quería un mejor futuro para la familia.
M.A.V: Cuéntenos  algo de su familia.
J.C.C: Soy el séptimo de 10 hermanos, quedamos huérfanos muy pequeños y mi mamá murió en el parto de mi hermano menor  a los 40 años, entonces mi hermana Dora la mayor se encargó de la familia, mis 2 hermanos menores también son atletas. Somos muy unidos, trabajamos juntos en la floricultura aunque yo dedico la mayoría del tiempo a los entrenamientos porque vivo de y para el atletismo. Tengo un hijo que se llama Juan José y mi compañera se llama Viviana.
M.A.V: ¿Pensó alguna vez que iba a ser tan importante?
J.C.C: No, nunca, lo que quería era competir y ser el mejor en el pueblo o en departamentales pero de un momento a otro resulté por mis tiempos, en competencias mas grandes como las nacionales y eran cosas que yo no sabia manejar y si no hubiera sido por el profesor José Santos quien me descubrió y me guio, me hubiera quedado solo dando vueltas en la unidad deportiva.
M.A.V: ¿Quién lo apoya?
J.C.C: Al principio solo mi familia, después el profesor Santos, algunos amigos después el Incerde, Indeportes Antioquia,Coldeportes, La Federación Nacional de Atletismo, New Balance y otros mas que se me escapan.
M.A.V: ¿Cuál es su especialidad en atletismo?
J.C.C: Soy fondista y maratonista.
M.A.V: ¿Qué es ser fondista?
J.C.C: Son carreras muy largas donde se tiene que correr de 5.000 a 10.000m ó 42kms que es como ir de aquí de La Ceja a Medellín.
M.A.V: ¿Cuál es su mayor logro?
J.C.C: Después de mi hijo, haber clasificado a 3 olimpiadas, asistir a las maratones más importantes del mundo y ganar algunas y romper varios records nacionales.
 M.A.V: ¿Cuál es su meta?
J.C.C: Hacer el record nacional en maratón porque estoy de cuarto y hacer un buen papel en los olímpicos, aunque sé que una medalla es muy difícil y gozármela mucho porque se que es difícil que haya una cuarta olimpiada para mi.
M.A.V: ¿Qué va a hacer cuando se retire del atletismo?
J.C.C: Yo creo que no me voy a alejar del atletismo del todo porque es parte fundamental de mi vida, seguiré guiando a los que  vienen atrás y sirviendo de ejemplo a los jóvenes para que vean que si se puede y que con esfuerzo y disciplina todos los sueños de alcanzan.

Fuentes
Juan Carlos Cardona atleta

LA CRUZ ROJA DE LA CEJA

Fue fundada el 26 de septiembre de 1980. Esta se ha ido actualizando y ha crecido ha medida que se han vuelto mas complejas las necesidades de la comunidad cejeña, a las cuales la cruz roja siempre ha aportado su granito de arena con la ayuda de un comité municipal, unas damas grises, voluntarios y brigadas educativas.
¨Según cuenta la doctora ANGELA MARIA HOYOS en la actualidad las principales actividades que lleva a cabo la cruz roja son:
CONSULTA MEDICA POPULAR: es un consultorio que presta su servicio a esta comunidad desde hace muchos años pero solo un día por semana.
FARMACIA PARA SERVICIO POPULAR: esta ubicada en la sede principal en el cual su funcionamiento se da gracias a las donaciones de los laboratorios farmacéuticos, de la comunidad. Las formulas se despachan sin ningún costo a personas de bajos recursos económicos.
PRIMEROS AUXILIOS: estos se prestan en la sede principal todos los días y realizan actividades como inyecto logia, curaciones, toma de presión y muchos otros. También se hacen presentes en eventos espéciales.
SERVICIO EN EL HOSPITAL: muchos voluntarios se hacen presentes los fines de semana en el área de urgencias,  en el transporte de los pacientes y en jornadas de vacunación.
RESTAURANTE ESCOLAR: esté viene funcionando desde principios de año con un total de 35 niños de bajos recursos económicos.
SERVICIO EN LA UNIDAD DEPORTIVA: hay un espacio destinado para primeros auxilios el cual es dirigido por varios voluntarios de la cruz roja, allí se presta el servicio los fines de semana¨.
La cruz roja presta un gran bienestar a la comunidad cejeña y gracias a ella somos favorecidos en distintos servicios.